Corría el año 1971 y una jovencita recién salida de la escuela secundaria con su título de perito mercantil, comenzó a buscar trabajo para costearse sus inminentes estudios universitarios. Por lo tanto como buena joven de aquellos años, se levantaba muy temprano, compraba el Clarín y comenzaba con la casi siempre frustrante marcación de los posibles y necesitados empleos. Luego de un cafecito caliente, allá partía. Muchos días de esta tarea hasta que uno de ellos era llamada por teléfono por una compañía de Turismo, inexistente ya, que decidia elegirla como nueva vendedora en sus oficinas. Y al día siguiente un 15 de mayo del '71, la joven en cuestión comenzó el primer trabajo de su vida.
Debía en principio aprender bien todos los viajes ofrecidos porque de eso se trataría su tarea...de vender viajes. LLegó a conocer cientos de posibilidades a lo largo del mundo adonde diariamente asesoraba cuando no directamente coordinaba todos los elementos para que una persona, pareja o familia realizara uno de estos viajes.
La mayoría de estos destinos los conocía en cuanto a nombres, o eran ya muy promocionados y conocidos por el público en general, por todas las demás compaías del ramo.
Debía en principio aprender bien todos los viajes ofrecidos porque de eso se trataría su tarea...de vender viajes. LLegó a conocer cientos de posibilidades a lo largo del mundo adonde diariamente asesoraba cuando no directamente coordinaba todos los elementos para que una persona, pareja o familia realizara uno de estos viajes.
La mayoría de estos destinos los conocía en cuanto a nombres, o eran ya muy promocionados y conocidos por el público en general, por todas las demás compaías del ramo.
Pero hubo uno que ni bien tomó el folleto le llamó la atención,no era casi conocido, o recién comenzaba a serlo. La fotografía que mostraba era realmente maravillosa y el lugar en que parecía encontrarse daba la impresión de ser un verdadero paraíso, aunque en verdad bastante inhóspito. De hecho, aún no era catalogado como lugar turístico por excelencia, por lo que apenas se lo ofrecía en un pequeño folleto que casi nadie miraba. A veces cuando se le informaba sobre este nuevo lugar a alguien, generalmnte lo consideraba muy alejado de los centros urbanos, como para ser un viaje acorde a lo que se buscaba en aquellos tan especiales años setentas, siendo que inclusive el viaje en custión era mucho más barato que otros quizás más cercanos.
La joven, guardó uno de esos folletos y lo llevó para leerlo con tranquilidad en su casa. Quedó tan fascinada con lo que allí se contaba y con las pocas fotografías que aún había sobre el lugar, pero que de igual manera le mostraban un paisaje paradisíaco que, tan joven como era, lo decidió al instante, ahorarría y allí viajaría en cuanto tuviera vacaciones.
Pasaron muchas cosas por la vida de la joven y también bastante tiempo en la promoción turística de aquel lugar que en los setenta a casi nadie le interesaba aún y que hoy es el preferido del turismo internacional que quizás no lo haya cuidado todo lo necesario por lo cual creo que en la actualidad se están haciendo refacciones o se hicieron hace muy poco, sobre todo para mantener esa joya incalculable que el género humano tiene en esas montañas andinas, declarado actualmente Patrimonio Universal de la Humanidad La joven no pudo nunca hacer el viaje y el lugar...un poco arruinado por el turismo irrespetuoso, pero con mucha más fama y concurrencia, sigue allí
La joven se llamaba Melan y el lugar Machu Picchu. Este fue mi primer sueño de viaje y por eso está hoy aquí en mi primer Melviajesdepaz, porque siempre soñé conocerlo y porque creo que todo el que pueda debería conocerlo, ya que pocos lugares han quedado en el mundo tan resguardados del humano actual por tantos años, haciéndonos conocer la forma de vida y las costumbres de sus primitivos y sabios habitantes, como fueron los integrantes del Imperio Incaico.
Ahora les dejo la historia grande, la de la Ciudadela, la del lugar más hermoso y con más historia de Sudamérica, una historia que estuvo escondida más de 400 años. Esta es la historia de Machu Picchu.
-------------------------------------------------------------
Historia de Machu Picchu
La mayoría de los arqueólogos modernos e historiadores coincide en que Machu Picchu fue construida por el Inca Pachacútec, el más grande estadista del Tahuantinsuyo, quien gobernó desde 1438 a 1471. Los arqueólogos presumen que la construcción de la ciudadela dataría del siglo XV, aproximadamente, fecha cronológica dada por el carbono 14 o radiocarbono.La construcción de Machu Picchu corresponde al momento en que el pequeño señorío Inca comenzó a crecer. Según los arqueólogos, en esta zona se libró la última batalla que definió la victoria sobre los chancas, victoria que cubrió de prestigio y otorgó el poder al Inca Pachacútec.Pachacútec fue el primer Inca en salir más allá del valle del Cusco luego de su épica victoria sobre los chancas. Fue el que llevó a cabo la expansión del Tahuantinsuyo y se le reconoce como el "constructor" del Cusco. Esta fue una de sus más grandes obras.El origen de Machu Picchu es atribuido con cierta certeza a Pachacútec, aguerrido mandatario, que se caracterizó por sus conquistas territoriales, y el desarrollo de la religión y la espiritualidad. De allí es que hoy los estudios arqueológicos apoyan la teoría de que fue una hacienda real destinada al culto de los dioses y un desafío a las dotes de constructor del gobernante.
Construida como refugio de lo más selecto de la aristocracia incaica, la fortaleza fue ubicada en la vertiente oriental de la cordillera del Vilcanota, a unos 80 km del Cusco, la capital del imperio. Su estratégica situación geográfica fue elegida con admirable acierto. Rodeada de profundos acantilados y alejada de la vista de extraños por una enmarañada selva, la ciudadela de Machu Picchu poseía la cualidad de tener una sola y angosta entrada, lo que permitía, en caso de un ataque sorpresivo, ser defendida por muy pocos guerreros.Ocupada por lo menos por tres generaciones de Incas, la ciudadela de Machu Picchu fue abandonada en una decisión repentina y misteriosa. Las hipótesis más sólidas explican su desaparición de la memoria histórica en razón de que Machu Picchu era un lugar desconocido para las castas inferiores y sus rutas prohibidas para cualquiera que no formara parte del pequeño círculo del Inca.Parte de las conquistas de Pachacútec incluyó el valle de Tampu, que a pesar de estar habitada por esa nación hermana del Cusco, no se libró de su férreo dominio. Por su belleza natural, clima benigno (uno de los mejores de los Andes) y rico suelo, Pachacútec fijó en Tampu el asentamiento predilecto de la nueva nobleza imperial, engalanando el valle con varias de las más fastuosas ciudades del Tahuantinsuyo, como Ollantaytambo y Machu Picchu. La elección del sitio para levantar Machu Picchu debió ser hecha con sumo cuidado, pues era, y aún lo es, un lugar perfecto para levantar un centro ceremonial. Se ubicaba, según el investigador Antonio Zapata, en la cadena de montañas más importante por su carácter sagrado, que comienza en el Salcantay (el apu, espíritu mayor) y termina en el Huayna Picchu. Era un lugar privilegiado para observar el movimiento de las estrellas y del sol, divinidades incaicas.Además, de acuerdo con sus investigaciones, el lugar contaba con una cantera en las cercanías que podía proveer de las más finas piedras de granito blanco.
Es la septima maravilla del mundo contemporáneo
Construida como refugio de lo más selecto de la aristocracia incaica, la fortaleza fue ubicada en la vertiente oriental de la cordillera del Vilcanota, a unos 80 km del Cusco, la capital del imperio. Su estratégica situación geográfica fue elegida con admirable acierto. Rodeada de profundos acantilados y alejada de la vista de extraños por una enmarañada selva, la ciudadela de Machu Picchu poseía la cualidad de tener una sola y angosta entrada, lo que permitía, en caso de un ataque sorpresivo, ser defendida por muy pocos guerreros.Ocupada por lo menos por tres generaciones de Incas, la ciudadela de Machu Picchu fue abandonada en una decisión repentina y misteriosa. Las hipótesis más sólidas explican su desaparición de la memoria histórica en razón de que Machu Picchu era un lugar desconocido para las castas inferiores y sus rutas prohibidas para cualquiera que no formara parte del pequeño círculo del Inca.Parte de las conquistas de Pachacútec incluyó el valle de Tampu, que a pesar de estar habitada por esa nación hermana del Cusco, no se libró de su férreo dominio. Por su belleza natural, clima benigno (uno de los mejores de los Andes) y rico suelo, Pachacútec fijó en Tampu el asentamiento predilecto de la nueva nobleza imperial, engalanando el valle con varias de las más fastuosas ciudades del Tahuantinsuyo, como Ollantaytambo y Machu Picchu. La elección del sitio para levantar Machu Picchu debió ser hecha con sumo cuidado, pues era, y aún lo es, un lugar perfecto para levantar un centro ceremonial. Se ubicaba, según el investigador Antonio Zapata, en la cadena de montañas más importante por su carácter sagrado, que comienza en el Salcantay (el apu, espíritu mayor) y termina en el Huayna Picchu. Era un lugar privilegiado para observar el movimiento de las estrellas y del sol, divinidades incaicas.Además, de acuerdo con sus investigaciones, el lugar contaba con una cantera en las cercanías que podía proveer de las más finas piedras de granito blanco.
Es la septima maravilla del mundo contemporáneo
------------------------------------------------------------------------------------
Otra nueva forma de ver Machu Picchu
Para experimentar sin aglomeraciones todo el embrujo de la legendaria ciudad perdida de los incas, nada como pasar la noche allí… solo. LA GUÍA TURÍSTICA DECÍA QUE MACHU PICCHU se puede visitar también de noche. Mientras admiraba la puesta del sol en la ciudad, la idea me tentó. Las 10 horas de recorrido no habían hecho sino dejarme con ganas de más. Me había pasado el día entre hordas de turistas que, como yo, estaban felices de encontrarse en la atracción turística más famosa de Sudamérica y arrobados por la belleza de las ruinas y su entorno. No es que quisiera escatimarles la experiencia, pero el tumulto me abrumaba. Desde el alba habían subido y bajado ómnibus por el sinuoso camino que sube a la cumbre desde el valle del Urubamba. Me preguntaba si el gentío se disolvería al anochecer y me dejaría experimentar una visita más tranquila. En parte está bien que hoy se pueda visitar Machu Picchu en un viaje de un día desde Cuzco (Cusco), pues a nadie debería negarse la oportunidad de conocer este sitio extraordinario, pero es irónico que una cumbre elegida por los incas como refugio de nobles y sacerdotes por apartada, inaccesible y majestuosa se haya vuelto semejante hervidero de visitantes. HASTA EL SIGLO PASADO Machu Picchu había sido desconocida salvo para sus constructores y los habitantes de la región. Cuando los incas abandonaron la ciudad, invisible y casi inaccesible desde el valle, quedó engullida por la selva y relegada a tres siglos de olvido, hasta que en 1911 el explorador estadounidense Hiram Bingham la redescubrió y divulgó el secreto a los cuatro vientos. Como muchos viajeros, yo quería empaparme del ambiente del Machu Picchu “perdido entre las nubes” acercándome de la manera lenta: a pie, por el sendero inca. En Cuzco me uní al obligado grupo de turistas y pasamos cuatro días haciendo la peregrinación tradicional. En el camino, pavimentado con adoquines incas originales, atravesamos varios imponentes desfiladeros andinos y vimos otras varias ruinas magníficas. Nuestra última parada para pasar la noche fue en un lugar de exquisita belleza llamado Huinay Huayna, donde decenas de terrazas bajan en empinada sucesión hasta un profundo barranco verde bañado por una cascada. Entre mis compañeros había cinco argentinos que compartían mi interés por explorar Huinay Huayna a la luz de la luna. El único problema era nuestra diferencia de estilos: mientras que el mío era más bien contemplativo y callado, el suyo incluía cánticos rituales dirigidos por el único varón del grupo, un hombre carismático al que luego apodé el Brujo. Esa noche me alejé de ellos, y decidí hacer lo mismo la siguiente en Machu Picchu. Al otro día coronamos la cumbre de la Puerta del Sol antes del alba para observar la clásica vista panorámica de Machu Picchu antes de que llegaran los ómnibus. Por desgracia el tiempo no nos favoreció. Junto con otros 20 o 30 caminantes desilusionados, tirité durante dos horas en medio de una niebla gélida a la espera de una salida del sol que nunca llegó. Pero mientras descendíamos penosamente hasta Machu Picchu, el cielo empezó a despejarse, y fue surgiendo una imagen tan espectacular como yo esperaba. Al final del día mis compañeros se habían esfumado, al parecer porque prefirieron un baño caliente. Yo, en cambio, sentía el impulso de seguir más allá de la superficie. dos misteriosas precencias se movian entre los arboles Pregunté por las visitas nocturnas y me enviaron a un mostrador cerca de la entrada, donde supuse que habría una legión de aventureros noctámbulos, pero, tras esperar pacientemente a que se fueran los últimos visitantes, advertí con sorpresa que me había quedado solo con el guardia. —¿Cuánto tiempo piensa estar allí dentro? —me preguntó. Yo, sin entender cabalmente lo que quería saber, respondí balbuceando: —Pues… no sé… una hora o dos. Aclaró que iba a salir a cenar y que me dejaría encerrado hasta su regreso. Así comenzó para mí un encuentro inesperadamente íntimo con uno de los sitios turísticos más concurridos del mundo. Agonizaba la última luz del día cuando oí el ruido metálico de la enorme reja al cerrarse detrás de mí. Insectos y pájaros emitían chillidos ensordecedores. Las paredes de la ciudad caían a plomo cientos de metros en el vertiginoso cañón del Urubamba. En todas direcciones se erguían afilados montes verdes con las cumbres ocultas tras una densa capa de nubes teñidas de gris azulado por el sol fugitivo. Ante mí, grandes escalones de piedra descendían a través de una puerta trapezoidal hasta el complejo de templos, casas, terrazas y fuentes que los incas construyeron hace medio milenio. La Luna ya estaba muy alta; aunque aparecía y desaparecía entre las nubes, iluminaba lo suficiente para pasear. Me encontraba al fin solo en las ruinas de Machu Picchu. UN ÁRBOL SOLITARIO EN UNA PLAZA, ahora iluminada por la luna, me había cautivado durante mi paseo diurno. Bajé hasta él para contemplar el panorama bajo los arcos de sus ramas. Si de día la belleza de Machu Picchu es fantástica —una fusión casi perfecta de creación natural y humana—, de noche resulta fascinante. Sentado allí a la luz de la luna, no pude menos que preguntarme si habría fantasmas rondando el lugar. Empezó a hacer frío y me estremecí. De repente me invadió la certeza de que no estaba solo. Dos misteriosas presencias se movían entre las sombras. Oí un bufido detrás de mí; luego sentí una respiración jadeante a centímetros de la nuca, y por poco se me sale el alma. Haciendo acopio de valentía, me di vuelta para encarar a mis acosadores, que resultaron ser dos llamas que venían a verme. Ellas chillaron, yo me reí de mí mismo, y los tres reanudamos nuestros respectivos caminos.
Fuente. Taringa
Melan
muito legal esse blog...
ResponderEliminarMuchas gracias, aunque no sé qué quiere decir "legal" en portugués. Igual te agradezco par pasar Angelo. Melan
ResponderEliminar